Descentralización apropiada: – La revolución de las regiones (página 2)
II PARTE
Innovación y Confianza
para crear territorios
emprendedores en América Latina
América
Latina presenta un escenario desastroso: quejas,
autoflagelaciones, desconfianzas, faltas de
compromiso, mediocridad, corrupción
y administraciones de pobreza por
doquier. Con urgencia se requiere de una revolución
en los gobiernos regionales y locales que cambie el rol de
"conquistados resentidos" a "conquistadores" de la era global.
Gobiernos capaces de innovar e inventar posibilidades para
sí mismos y sus comunidades en un escenario de solidaridad y
confianza que construya territorios virtuosos abiertos al
mundo.
Si el continente se propone efectivamente romper con
este ciclo de vicios desarticuladotes, la opción es
desatar las energías de "los territorios" en las dos
lógicas que faltan: i) mayor "seriedad-responsabilidad" , ii) capacidad de "creerse el
cuento
colectivo de las patrias locales" para innovar y emprender
generando oportunidades.
El concepto de
‘descentralización apropiada’
apela al requerimiento esencial para el proceso
pendiente del continente, esto es, encarnar la descentralización ‘siendo-en
sí’ competente, eficiente y responsable. Es un acto
de madurez, donde se pasa de ser un demandante a un oferente de
autonomía (o apropiación); emprendiendo en sus
territorios, articulando los actores, desatando la innovación, construyendo confianza para dar
programas
fecundos para sus comunidades.
Para dar curso a la maduración
continental, debemos ser autocríticos y sincerarnos.
Asumir la crisis de
gobernabilidad y la pobreza que no
cede. Los datos son
irrefutables; el crecimiento ha sido mediocre y desigual, y la
gobernabilidad débil en un continente donde la democracia
decae por bajo apego de los ciudadanos que la prefieren como
forma de gobierno
sólo en torno al 55%
según la
organización Latinobarómetro, mientras el
Instituto de Gobernabilidad del Banco Mundial
sitúan a América Latina con baja gobernabilidad y
con un claro estancamiento en la lucha contra la corrupción en la última
década.
Indiscutiblemente, hay avances en coberturas sociales
mínimas (saneamiento, salud, educación),
evaluaciones desiguales en relación a la valoración
de los gobiernos regionales (estaduales, departamentos,
provincias, regiones, según el país) y en algunos
casos como el de Chile, hay una evaluación
aceptable de los gobiernos municipales en relación a otras
instituciones
como el Parlamento. Sin embargo, la pobreza, el paternalismo y la
falta de competitividad
siguen patentes.
En el mundo globalizado, como se ha escrito hasta el
cansancio, se desdibujan los estados nacionales y los territorios
que acá llamamos "regiones o macro ciudades" con sus zonas
de influencia, muestran desarrollos disímiles, generando
opacidades y esperanzas en un mismo país. Esto es
común en Europa
desarrollada que tiene programas para asistir a las zonas
rezagadas del sur de España,
Portugal, Italia o Grecia. La
realidad de Estados Unidos
con la costa oeste que muestran mayor dinamismo en las industrias de
innovación, computación y entretenimiento.
América Latina no se escapa de esto, así,
mientras Argentina en medio de su crisis económica
mostró carencias nacionales e irresponsabilidad física de algunas
provincias (Córdova, Buenos Aires, el
nor-oeste), pudo mostrar también ‘seriedad, mayor
innovación público-privada y redes de protección
social’ en provincias como Santa Fé-Rosario, la zona
austral y el corredor agro-industrial de Mendoza-San Luis.
Brasil, por su
parte, es un caso paradigmático con una zona norte pobre y
corrupta, y una zona sur con mayor responsabilidad y
emprendimiento en gestiones de centro-derecha (Curitiba) o
centro-izquierda (Porto Alegre). México
tiene los mismos fenómenos al analizar el emprendimiento
de Monterrey, Ecuador las
asimetrías entre Quito y
Guayaquil. Colombia, por
otro lado, estigmatizada por el conflicto
armado, narco-terrorismo y
delincuencia;
posee una oculta energía constructora de estado desde
abajo y redes de emprendimiento e integración social de sus ciudades como
Bogotá, Medellín o departamentos más
pequeños como Boyacá o Caldas.
Otro tanto ocurre con Chile. Mientras la ciudad costera
de Viña del Mar ha gozado durante décadas de altos
estándares producto de un
casino de juegos que le
reporta ingresos
adicionales de quince millones de dólares, su vecina
ciudad no tiene recursos ni para
un semáforo.
También es posible ver los dinamismos políticos,
económicos y culturales que se desarrollan en ciudades
como Puerto Montt, Concepción, Antofagasta y Temuco, a
diferencia de zonas quejumbrosas y rezagadas. Qué decir de
las brutales distancias entres unas y otras comunas del Gran
Santiago, las que conviven entre la pobreza, y autopistas de
última generación. Entre la máxima
precariedad y el lujo. La basura,
educación, vivienda salud, áreas verdes, contaminación ambiental,
movilización, control de aguas
lluvias, seguridad
ciudadana, esparcimiento son temas que marcan un
límite visible entre dos mundos: comunas pobres y ricas.
Un conjunto de problemas que
debiera enfrentarse como un "riesgo
colectivo", asumirse de modo solidario para generar un movimiento de
emprendores-innovadores y solidarios, que redistribuyan en las
macro-ciudades o regiones "reinventando la política" segregada
de la mera "municipalización". El mundo global allí
no ha llegado. No se alcanza aún la conciencia sobre
los territorios de cooperación como posibilidad de
inventar en mil direcciones, para eliminar "los riesgos
colectivos" y construir cohesión social.
Las regiones de Chile de deben redefinir más
allá de una distribución de recursos combinados con
territorio, materias primas y vocaciones económicas, como
se decretó en 1974. Hay que atender además, lo
intangible y lo subjetivo, las posibilidades de "sinergia
local".
Un caso excepcional es el de Sergio Boisier, inspirador
de la regionalización en los 70s, interpelador de la
construcción social de las regiones en los
80s y 90s, y quien ha agudizado más su mirada para
concluir que la clave está en la "capacidad de organización social", la
"construcción de capital
sinergético" con sus "dimensiones intangibles". Boisier
encuentra la clave en un capital sicosocial a construir en un
territorio que es la convicción de sus habitantes en
trabajar juntos porque "la esperanza en el futuro es posible".
Esto es congruente con los tempranos hallazgos de Robert Putman
en el norte de Italia, donde acuña el concepto de "capital
social" como la "viga maestra" del desarrollo
más allá de las riquezas naturales; capital social
es la confianza para asociarse y construir.
El filósofo y senador chileno, Fernando Flores,
ha generado escuela
enfatizando que la creación de "redes de emprendedores" es
lo esencial, con personas que se comprometen en sus
conversaciones con seriedad y competencia.
Ser emprendedor es la capacidad de hacer ofertas que
producen acciones con
resultados, en base a la coherencia de la conversación
pública y privada, combinado con la capacidad de lograr
buenas redes de ayuda, mirando el mundo para descubrir talentos,
posibilidades e innovaciones. Es decir, no sirven los programas
genéricos, las promesas espurias, los que claman porque
los ciudadanos paguen los impuestos y ellos
eximen a sus redes de influencia, los que viven llenos de ideas y
de proyectos que no
se materializan en una pragmática democrática
necesaria. Tampoco el que "sólo administra pobreza" y se
da vuelta en los límites de
la realidad dada, sin capacidad de asombrarse con el mundo de la
revolución digital, el valor de las
identidades colectivas en los productos, la
capacidad de inventar desde los territorios estilos de
vida.
Red local de
emprendedores implica un estado de ánimo colectivo de
ambición, pero ello no basta y se puede caer presos de
ilusiones. Flores, en sus recientes escritos agrega que ‘la
solidaridad es la base para que las transformaciones se hagan
realidad’, que se necesita mirar el mundo con
‘espíritu de innovación’ revirtiendo
las anomalías sociales en respuestas nuevas que abren
posibilidades a las personas y las comunidades. Y a este
respecto, relata un ejemplo excepcional de transformación
desde las asociaciones de víctimas de personas fallecidas
por accidentes del
tránsito provocados, entre otros por bebedores; la
organización apuntó tanto a la enunciación,
las leyes, el
control, como también a la fuerza de
redes nacionales y a la capacidad de rescatar como épica
la vida sana y responsable. Las ciudades y las regiones conviven
con los mismos dramas que buscan articulación, redes,
cooperación y creatividad
para subvertir el orden indeseado por transformaciones
concretas.
La existencia de cuento colectivo y el
"nosotros".
El meta relato "optimista" es el que invita a los
actores a creerse "el cuento colectivo". Este se expresa
claramente en los dichos del gran escritor Oscar Castro,
registrado por Raúl González. Como todos saben,
Oscar Castro es oriundo de la histórica Rancagua, una
ciudad intermedia chilena que transitó de ser una
pequeña urbe agraria a la sombra de Santiago (ubicada a 80
kilómetros al sur de la Capital), a ser una ciudad de
mineros que trabajan para la principal mina de cobre
subterránea del mundo. Una zona que comenzó a
producir industrialmente a comienzos del siglo XX. En ese
contexto, el poeta Oscar Castro dijo que Rancagua es una ciudad
de paso, un puerto sin mar y sin gentes, en que todo es
transitorio, en que toda actividad cultural es "inútil",
por lo cual llama a crear el grupo
literario "Los Inútiles" que tienen como misión
generar "el amor por la
ciudad ante todos los que la desprecian". Ese ha sido el dilema
de una ciudad rezagada que se queja de su cercanía con la
Capital para justificar sus carencias, pero que en la
interpelación del poeta, debe subvertir ese orden
"quejoso", para generar "el amor
colectivo", la capacidad de construir una "utopía
común".
En los esfuerzos posteriores de esta ciudad rezagada ha
estado la misma tensión de "atreverse a movilizar el
capital colectivo", como lo logró a comienzos de los
años sesenta para realizar inversiones y
ser sede de un mundial de fútbol en 1962 bajo los
liderazgos de Patricio Mekis, quien luego fuera Alcalde de
Santiago.
Tras la decadencia bajo la dictadura
militar, la receta a comienzos de los años 90s, fue la
misma; devolver "autoestima" y
generar espacios de cooperación público- privada,
movilización social, para generar obras de envergadura
rompiendo el calamitoso círculo de la queja y la
autocompasión, la falta de horizontes y el no mirar el
mundo con ambición. Eso se materializó en alianzas
sociales con la búsqueda de narrativas positivas (la
fuerza colectiva de las declaraciones sociales que abren o
cierran posibilidades, en los textos de Flores), como los lemas
"Ciudad Viva", "Rancagua Emprende", "Ciudad Amable", hasta el
aumento de la inversión privada con proyectos de
concesiones privadas en espacios públicos como modalidad
de movilizar dinero y
"confianza" en la ciudad. Influjos que con altibajos han generado
mayor complejidad en la ciudad en que todo era "inútil",
para crear corporaciones de desarrollo, renovación urbana,
oferta
cultural y universitaria, con un enfoque de "desarrollo
endógeno", apostando a movilizar "el nosotros".
Los Analistas de las debilidades de las debilidades en
el continente latinoamericano, reconocen la importancia de
construir un "nosotros" como punto crítico para competir
‘cohesionadamente’ en la era global. Así es
como, Messner y Maggi apuntan que para construir
"gobernanza" en América Latina se requiere
mayor lucha contra la corrupción. Es el
"accountability" anglo-sajón de la imputabilidad de
las decisiones. Se habla aquí, entonces, del "nosotros" o
"we identities" de la reciente construcción
europea, ese que transformó el conflicto nacionalista
fanático en una nueva apuesta civilizatoria. Una nueva
proposición que es capaz de combinar mercado, estado
de bienestar y responsabilidad con los derechos humanos
en el mundo. Hoy, sin embargo, ante los ojos de expertos,
América Latina, en la práctica, reduce la
globalización a los tratados de
libre
comercio. No ha sido capaz de enfatizar los aspectos de
responsabilidad política y de construcción seria de
una identidad
común.
En una época de individualismo
socio-técnico, donde las personas reclaman su espacio de
autonomía personal de
autorrealización, como bien expone el sociólogo
alemán Ulrico Beck, alcanzar ese mentado "nosotros" se
vuelve bastante complejo. Se vive hoy día una época
de intensa "individuación" en que los núcleos
básicos como la familia
pasan de ser convergentes a divergentes, debido a que el
desarrollo de sus integrantes se produce en distintos y
absorbentes espacios (escuela, universidad,
trabajo,
recreación, etc), diversos ritmos
personales que generan un ethos de opcions con
mucho apego a la autonomía.
En ese cuadro, la construcción de "confianza" y
"lazos comunitarios" se vuelve un desafío esencial para
generar "modernidad reflexiva" en un mundo de riesgos que
se desenvuelve entre el fin de las verdades de la época
industrial-ideológica al sincretismo fetichista de lo
grupal aislado, allí se reinventa la "política"
como respuesta colectiva urgente para el hombre:
economía
con sensibilidad ecológica y política con mirada
descentralizadora y comunitaria. Esto abre espacios a la
generación de redes desde lo local sin el fetichismo ultra
del nacionalismo,
sino más dialógica con el mundo en el impacto de la
banda ancha en
el hogar y las vidas que trae la revolución
digital.
Un nosotros innovador-emprendedor y no
fetichista-quejoso
Si el "capital social" de Putman se traduce en "cultura de
confianza" como "predisposición a la ayuda interpersonal",
entonces, se rompen los esquemas políticos tradicionales;
ya no hay caso para el énfasis en el egoísmo
personal como motor de la
riqueza (derecha política) ni tampoco para la "demanda", para
"distribuir mejor" lo "existente" (izquierda reivindicacionista).
Los emplazamientos políticos clásicos
dicotómicos quedan en el pasado dando lugar a un nuevo
concepto de lo "comunitario innovador".
La reinvención de la descentralización
como revolución de regiones-territorios-macrociudades que
emprenden con solidaridad reconoce nuevos ciudadanos
cívicos, con responsabilidad ambiental planetaria. La
renovación socialista los reconoce como los "nuevos
movimientos socio-políticos" que van desde el feminismo, el
ecologismo al desarrollo local.
Insistimos, cuando el mundo se ve como un peligro
inminente y se reafirma la identidad con tanta dureza que se
construyen paradigmas
autoritarios y tendencias totalizantes que, finalmente, nos
conducirían a un "nosotros" fetichista y etno-centrista.
Hay una ecuación difícil tras períodos de
opresión que no permiten la explosión de la
diferencia y el desarrollo de las identidades
culturales.
Las guerras en los
Balcanes remecieron a Europa, las disputas entre identidades
étnicas-regionales e interés
nacional que se desarrollan al interior de Bolivia y el
tema no resuelto del país vasco en España no dejan
de sorprender y de manifestar la necesidad de atrevernos en esta
era de un "nosotros empoderado y dialógico", con sistemas
políticos descentralizados que no ahoguen la diferencia en
la "homogeneidad" y el "centralismo". Ya
lo dijo Requejo, quien a propósito del problema vasco,
reconoce que para solucionar "el terrorismo de la ETA" no son ni
serán eficaces las respuestas tradicionales liberales y
socialistas, debiendo concebirse un "arreglo federal" que permita
encausar positivamente las diferencias sociales y culturales con
repercusiones políticas.
Más allá de lo
político-institucional, hay un aspecto cultural referido
al tipo de "disposición al mundo" de las elites y actores
sociales de un territorio que hacen la diferencia. Los
"catalanes" son muy nacionalistas, pero gozan las ventajas de ser
españoles y europeos, o les da lo mismo, y desde Barcelona
buscan apropiarse de los debates del mundo en el "Forum" del
año 2004. Quizás el Museo Guggenheim de Bilbao es
el mismo camino de la mayoría Vasca. Ambos pueblos fueron
reprimidos incluso en hablar su lengua bajo la
dictadura
franquista, ambos ganaron enormes niveles de autonomía
bajo la democracia española, pero algo ocurre que en
Cataluña y en el País Vasco se vive con más
"apertura al mundo" o con "más resentimiento" el
reverdecer de la identidad y el "nosotros".
Un caso extraordinario en Chile es la ciudad de Arica,
en el vértice con Perú y Bolivia, países que
perdieron territorios mineros y franjas marítimas en la
Guerra del
Pacífico en 1880. Su vecina Iquique ha encontrado un
camino acogiendo su cercanía con los países
limítrofes, invitando a autoridades de dichos
países y a inversionistas, promoviéndose como
capital de un país inexistente que se llama
"Centro-Sudamérica" y amando la cultura andina y la
influencia aymará. Arica se ha quedado más en la
"cultura de trinchera", en frontera
nacionalista, celebra un festival de cueca que es la danza de los
valles centrales y desconfía de los vecinos. El senador
Flores ha alentado un movimiento llamado Tsunami (un mito local
costino es la llegada algún día de un maremoto);
donde muchos jóvenes y líderes sociales y
universitarios han comenzado a salir de la queja para ser la
ciudad que más proyectos culturales y de investigación gana, acaba de articular su
Universidad de Tarapacá con investigadores mundiales de
biotecnología para crear el Centro de
Agricultura
para el Desierto con ambición "mundial", y se busca romper
los temores en una ciudad que vive de la "demanda
nostálgica" a su época de ciudad con industria
protegida en los años 60s o en su carácter de zona con mayores ahorro y menos
inversión por la conversación de fondo de que la
guerra sigue viva. En este caso, nuevamente se juega el
"rediseño ontológico" del "ser colectivo en el
mundo que es una comunidad", en la
visión neo-heideggeriana de Flores traducida a generar
estados de ánimos de "resolución para la acción"
en el aquí y ahora que implica una cultura emprendedora
con un "nosotros innovador y abierto".
La lección de mirar el mundo de los catalanes
y de Curitiba: compiten las ciudades-regiones
Cataluña y Barcelona, ya decíamos, son
ejemplos mundiales claros de un territorio virtuoso que mira al
mundo con curiosidad para conquistarlo. Más allá
del liderazgo de
Pascual Maragall, socialista nacionalista, se enfatiza, a
través de los intelectuales
orgánicos de dicha transformación, Borja y
Castells, la competencia entre ciudades y sus regiones
aledañas como "nodos comunicacionales " y de "servicios de
calidad", lo
que implica tanto cultura de innovación como solidaridad
para integrar a todos los actores sociales en el "negocio
común" en la "era global".
Con la globalización y los tratados, se
deslocaliza la fábrica a gran escala de la
producción industrial y los empleos de por
vida, desperdigándose por el mundo la construcción
de un vehículo en cien partes producidas en treinta
países. La pregunta es quién es oferta de diseño,
de partes eficientes, de alta innovación universitaria, de
cadenas productivas (clusters) con
sus áreas más activas y buenos proveedores
regionales, en su identidad y glamour en el mundo (city marketing).
Borja y Castells, son especialmente claros al explicar
que el proceso de transformación de esta zona
ibérica en territorio con altos empleos y liderazgo
mundial tiene más que ver con un ‘plan simple y
pactado con los actores reales’. Actores que honraron "sus
compromisos" para mejorar la educación, renovar
la ciudad, hacer inversión social, integrar los barrios
pobres, colaborar con las zonas interiores y rurales de la macro
ciudad. La propia ciudad ya no es un castillo medieval, es una
gran área donde se deben localizar en cooperación
industrias, servicios, centros de investigación,
universidades. Una gran apuesta con un "sello catalán",
como lo expresara Barceló, y donde la premisa
básica es evolucionar en las comunicaciones
e innovar en todo ámbito. Y cuando ellos dicen todo, es
todo realmente.
Actualizando a Putman, el valenciano Francisco
Alburquerque, enseña lo mismo. Aplica el concepto de
"competitividad territorial para la innovación" con un
‘nosotros’ que construyen los actores sociales,
empresas,
gobiernos territoriales y universidades en una red de confianza,
cooperación y cultura de emprender e inventar para el
mundo bienes y
servicios.
Volvamos a América Latina y centremos la mirada
en el paradigma que
ha sido la ciudad de Curitiba, un liderazgo asociado al
arquitecto y alcalde Lechner, quien con un equipo forjado en una
amplia alianza profesional y social-empresarial, ha instaurado un
estilo concreto de
gestión
pragmática para modernizar el transporte. Ha
multiplicado los espacios ambientales y fomentado el desarrollo
económico local, apuntando a ser ciudad de alta
conectividad y territorio de acceso igualitario al conocimiento.
Al igual que ocurre con la Región de Cataluña,
Curitiba cumple un rol articulador con su Región del
Paraná. Así es como uno puede observar con respeto la
solidaria preocupación que manifiesta Curitiba por el
turismo
ecológico en el Río Paraná como oferta a
escala mundial, sin importar que esté a 200
kilómetros de los límites urbanos de
Curitiba.
Lamentablemente, el fetichismo local enclaustrado de
otros países como es Chile, donde la falta de
cooperación entre municipios vecinos es abismante, aunque
la frontera que los divida sea una calle.
El énfasis en el juego
político de las naciones debiera estar en una mirada
"ontologista" para desatar emprendimiento y responsabilidad de
los actores. Hay que madurar este estatus paternalista y
desarrollar una autonomía regional que no reedite formas
de "federalismo
clásico" o "unitarismos descentralizados". El cómo
se de la articulación entre los actores de un territorio y
el modo de estar en el mundo es lo que les define esencialmente.
alcanzar autonomías que permitan verdaderamente "hacerse
cargo" de sí mismo.
Y lo cierto es que en América Latina prevalece la
desigualdad territorial y la pereza de gobiernos designados que
sólo demandan al gobierno central. Un continente con
procesos de
descentralización a medias, que convierte los problemas y
las responsabilidades en tierra de
nadie. Véase la educación en Chile, fuegos cruzados
de culpas y responsabilidades entre el Ministerio del ramo y los
municipios. Quejas y más quejas.
El caso de Chile es especial, pues, habiendo alcanzado
estabilidad y crecimiento basado en commodities, así como
redes asistenciales para reducir la pobreza extrema, el
desafío principal de hoy es avanzar en las ofertas para el
mundo y mejorar la calidad de los empleos. Diversos autores
coinciden en que esa es la principal tarea de los gobiernos
regionales como nivel "meso", sobre el "macro" nacional y el
"micro" local. Este nivel debe ser electo por la comunidad para
generar plataformas, debates y "compromisos" y con recursos
propios, para que la sociedad
regional reclame resultados. La totalidad de los países
medianos y grandes de América Latina han realizado esta
reforma, con la excepción de Chile.
Examinemos un poco lo distinto que puede ser la
comprensión de Federalismo en el continente
III PARTE
Transparencia, Rendición de cuentas y
Desarrollo Territorial Responsable para América
Latina
En un malestar creciente de la población continental, es justo decir que
las palabras "democracia" y "descentralización" pierden
legitimidad. Las malas soluciones o
soluciones a medias, el caudillismo
autoritario, o bien, la obsesión del centralismo excesivo
como sinónimo de desarrollo en orden y disminución
de la politización. Los resultados mediocres en problemas
tan sensibles como la pobreza de un proceso descentralizador que
comienza en los años ochenta hacen cuestionar su eficacia. La
lista de síntomas es muy larga: corrupción,
amiguismo, clientelismo, ineficacia, despilfarro.
A pesar del malestar generalizado, es posible
también observar que en los casos de buenos indicadores
como el aumento de la cobertura escolar, baja de mortalidad
infantil, en general se tiende a atribuir estos logros de
esforzados entes subnacionales, los que logran superar las crisis
económicas y los ajustes estructurales.
Dijo Fukuyama en su libro titulado
Confianza: "No existe un método
infalible para devolver la confianza en las instituciones, si no
existe un elevado nivel moral entre
los líderes".
De cualquier modo hay hacerse cargo del malestar, de la
crisis de expectativas, y de los problemas concretos que
enfrentan nuestras democracias y los gobiernos centrales y
descentralizados para ganar legitimidad, articular la ciudadanía en forma activa para el
desarrollo y lograr traducir las demandas sociales en
políticas públicas eficientes que mejoren la
calidad de
vida a un mayor ritmo y contribuyan a los dos principales
desafíos pendientes; bajar la pobreza y mejorar la
redistribución del ingreso con un impulso del capital
social con mejores empleos.
La crisis de gobernabilidad en América Latina, y
otras latitudes, no tolera más encuentros vagos y
declaraciones de buena voluntad genéricas, sin capacidad
de operar sobre la realidad que condena a los más
débiles, pero a todo el conjunto en un mundo
sistémico y global.
El sociólogo Ulrico Beck en su fantástico
libro "La Invención de lo Político", Invita a
recuperar el sentido básico de la política;
inventar soluciones para el bien común sin miedo, sin
ortodoxia con lo que no funciona. La actual "sociedad de riesgo"
(fundamentalismo, individuación, catástrofe
ambiental, desigualdad, corrupción) obliga a buscar
salidas sin "segmentación" o "diferenciación"
prejuiciosa. El habla de pasar de la mentalidad de "o"- esto o lo
otro-, a una política y una mentalidad del "y"- coordinar
esta forma y la otra-.
En cuento a gobernabilidad es lo urge. Por eso hablamos
de "descentralización apropiada" en una lógica
de "y". Es poder
regional-local "y" buena "centralización" y "buena
globalización". No es autonomismo territorial en
oposición a nada; es ver sus ventajas en coordinación con otras intervenciones desde
lo nacional, lo internacional y la propia sociedad
civil.
No más gobierno municipal si es corrupto, no
más transferencias de gobiernos regionales sin son
ineficientes, no más agencia del Estado central si no
sirve para los fines. Esta mirada amplia, permite evaluar lo que
sirve y actuar en consecuencia con lo que no opera, rompiendo los
límites estrechos del nacionalismo, pero también de
ciertos regionalismos. Lo que importa es la "red de gobierno
virtuosa" o la "intervención pactada" para salvarnos en el
riesgo. Si sabemos que en Paraguay el
sistema de
aduanas es una
mafia del contrabando,
hay que pactar su intervención y delegación
multilateral. Si el Gobierno central en Chile hace malas
soluciones de vivienda, se debe agregar poder a los municipios
para construir política habitacional nacional "y" local.
Si en República Dominicana los entes municipales no
licitan con transparencia, hay que aceptar la red con organismos
internacionales con participación ciudadana para construir
proyectos y gobernanza donde hay decadencia.
En la tradición del buen pragmatismo
democrático de Dewy y otros, Beck apunta adecuadamente
contra las visiones excluyentes o puristas de todo tipo: "La
diferenciación misma se torna un problema social, el modo
de delimitación de los sistemas de acción se torna
problemático debido a las consecuencias generadas por
él. ¿Por qué la ciencia y
la economía, la economía y la política, la
política y la ciencia son
delindadas entre sí de esta manera y no pueden ser
ensambladas y recortadas de otra manera en tareas y competencias?
¿Cómo pueden ser pensados y organizados los
sistemas parciales, al mismo tiempo, de una
manera autónoma funcional y coordinada?
¿Cómo, por tanto, son posibles, "acuerdos
sistémicos" que posibiliten: autonomía y
coordinación? (idem, pp 68-69).
Esta reflexión la trasladamos a los debates
estériles de autonomía absoluta o de
"definición precisa de competencias diferenciadoras" entre
los niveles de gobierno, o entre aquello que es nacional o puede
ser internacional. Las fronteras, con actitud de
aceptar la incertidumbre ante "el conflicto vagabundeante", deben
diluirse en la pragmática de coordinarse y buscar lo
eficaz ante el riesgo, que asegure desarrollo y
gobernabilidad.
Las intervenciones son múltiples en las crisis y
se van buscando. Ante la negativa de Bolivia a exportar gas vía
Chile, la salida de una red multilateral de gasoductos y
líneas eléctricas entre países, es la
solución del "y" ante un conflicto políticamente
diferenciador en el slogan "mar o gas". Lula, Lagos,
Kirchner, reivindican con ello "la política".
El debate de los
usos de los recursos generados por el royalty a la minería en
Chile, obligó a una coordinación tipo "y": son
nacionales, pero con cuotas regionales y con rol de los gobiernos
y las universidades regionales.
Haití es un caso extremo. Ya no fue posible las
banderas de "soberanía nacional" o "imperialismo".
La propia "izquierda" aplaudió la "intervención
norteamericana" bajo Clinton para fortalecer el Gobierno de
Arístides amenazado por los Tontom Macutes. Hoy es lo
mismo; si no hay capacidad institucional y alianza mínima
de gobernabilidad, sólo la "red virtuosa interventora"
permite misiones de paz que aseguran policías y
ojalá pronto, programas de desarrollo infraestructural,
social y fortalecimiento político autónomo. En este
caso, la "coordinación internacional" salvo a los
haitianos de un nuevo Ruanda, a pesar de la voz de los
"autonomistas".
No somos ingenuos y sabemos que esto puede prestarse a
abusos, control político de superpotencias y demases. Pero
hay que abrirse a mayor cooperación e "intervenciones
mutuas". Chile con México podrían tener un convenio
de intervención gubernamental mutua por cinco años
en dos áreas: Chile transformando las policías y
los sistemas de
Control anticorrupción, y México
enseñando a crear identidad territorial e industriales
culturales territoriales, que en Chile son
paupérrimas.
Parte del fracaso relativo de la cooperación
internacional e s su timidez estructural y el discurso
"autonomista", "soberanista" y "nacionalista" que enarbolan las
élites latinoamericanas. Beck invita a recuperar la
política y atreverse a inventar cooperación, redes
de gobernabilidad mutua (como la gran lección de Europa) e
intervenciones pactadas en lo que somos incompetentes, para
coordinarnos intra nacional entre niveles de gobierno y entre
nuestros Estados.
Otro tanto ocurre con los discursos
sobre "Modernización del Estado" y "participación
ciudadana", los que, aún cuando han sido capaces de
alcanzar algunas buenas prácticas, no han logrado
transformar sustantivamente la relación del sector
público con la sociedad civil. De esto, se concluye
parcialmente que dentro de las medidas prioritarias del
continente debiera estar el desafío de la transferencia
por la vía de producir una activa "rendición de
cuentas" de los entes públicos (centrales y
sub-nacionales) para que la modernización del Estado, la
orientación al cliente, la
focalización de los proyectos, la participación y
todo este cúmulo de esfuerzos se convierta en una juego
virtuoso de organizaciones
que se vuelcan a resultados significativos que son percibidos con
"satisfacción" por la comunidad en lo que mundialmente se
ha popularizado como "accountability" . Alcanzar así, una
sana tensión Sociedad-Estado para la generación de
una ciudadanía activa y un Estado permeable.
Hablamos entonces de superar los actos
tecnocráticos, marketing, remozamiento de oficinas y uso
de tecnologías como único modo de concebir la el
proceso de modernización estatal, e ir más
allá, mejorando también a la ciudadanía. Hay
que superar los enfoques "basistas" de cierta
participación ritualizada y vacía de asambleas sin
compromisos, con cuentas municipales sin datos relevantes y
seminarios sin actores relevantes. Hay que alcanzar una
transformación real para general una participación
efectiva y comprometida de la ciudadanía.
La Participación ciudadana es un problema que
atraviesa las barrerar locales y regionales, es un problema que
muchas veces comienza por malas prácticas e incoherencias
del propio sistema central, una relación de centro-local
que se caracteriza por:
- Competencias no financiadas o no
diferenciadas, - Incentivos "perversos" para rescatar a las "malas
gestiones", - Discrecionalidad en los fondos, no uso de los
sistemas de control, - Uso de sistemas clientelares para disciplinamiento
político, - Ausencia de nuevos impuestos en los entes
subnacionales - Precariedad en las políticas y fondos
estructurales de solidaridad e intervención
integral - Privatización de servicios territorializados
sin subsidios a las familias a la pobreza - Ausencia de escuelas profundas de gerencia
para el buen gobierno local - Ausencia de indicadores y certificación de un
buen gobierno - entrega homogénea de competencias sin
flexibilidad para agrupar responsabilidades y asociarse en
gobiernos intermedios
El gran problema de la Descentralización en
América Latina es que se centra en sí misma, en la
Municipalización, descuidando gravemente la potencialidad
de descentralización en los macro territorios por
servicios con economía de escala.
A lo local-departamental se puede asociar dificultades
para innovar, pero hay que reconocer buenos ejemplos a su vez en
todo el Continente.
Pese a que es posible encontrar buenos ejemplos de
innovación local-departamental en todo el continente, lo
cierto es que, sigue siendo débil la articulación
de lo público-privado. Estamos en deuda con el desarrollo
educacional de calidad que permita generar agencias de
cooperación-emprendimiento y movilizar capital social en
el mundo global en que compiten "sub-regiones". Cuando paguemos
esta deuda educativa, daremos un salto "cualitativo" y estaremos
en condiciones de desarrollar competitividad territorial y
empleo de
calidad.
Nada de esto puede ocurrir sino tenemos confianza y
eficacia en los gobiernos. Es innegable el imperativo moral de
tender en todos los niveles gubernamentales hacia una clara
"rendición de cuentas" con resultados sustantivos. Lo que
no es poco esperar, puesto que necesitamos de una nueva cultura
política, funcionaria y organizacional para generar una
práctica generalizada de rendición de cuentas con
indicadores, metas, focalización, prioridades, datos
claros comparados, reconocimiento de problemas, costos de
administración y de programas,
difusión adecuada, que cambian la lógica de
gobernar desde "las actividades" a "los resultados concretos"
para "cumplir compromisos". Este cambio
"estatal" (nacional, regional y local), en las formas de
gobernar, es lo que permite participación "sustantiva" y
una nueva "legitimidad" de la democracia y la
descentralización.
Trabajar seriamente en la rendición de cuentas
como instrumento para gobiernos territoriales más eficaces
en América Latina, requiere de tres pasos
principales:
a.- Comprender los distintos niveles de la
corrupción en el Continente que no se reducen al
enriquecimiento ilícito. Develar estas lógicas
profundas nos ayudarán a un diagnóstico certero y sincero para
actuar.
b.- Tener en vista el tipo de gestión
territorial eficaz que necesitamos para poder saber
qué áreas, indicadores y resultados queremos
impactar y transformar con un sistema de rendición de
cuentas.
c.- Responder a un esquema básico de
rendición de cuentas que es requisito de una
gestión que modifica las relaciones organizacionales, las
tramas del poder, el vínculo con la comunidad y los otros
actores sociopolíticos.
Desde 1989 existe el Proyecto
Rendición de Cuentas/Anti-Corrupción en las
Américas (Proyecto AAA), el que con financiamiento
de la Agencia de los
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional
(USAID), es el primer y único proyecto
regional en su tipo. Desde sus inicios buscaba formar conciencia
en los ciudadanos sobre los efectos perversos de la
corrupción y fomentar la transparencia gubernamental y la
rendición de cuentas en América Latina y el Caribe.
Es logro de este proyecto que la administración financiera integrada y la
auditoría profesional hayan sido aceptadas
en la región de América Latina y el Caribe como
componente necesario para la
administración transparente del sector público.
Actualmente, este programa asiste
permanentemente al continente con iniciativas
anticorrupción a través de capacitacióny
asistencias técnicas
en los temas de Control
Interno, Sistemas Integrados de Administración Financiera,
Participación de la Sociedad Civil en la Convención
Interamericana contra la Corrupción, entre otros. Es esta
experiencia una fuente de lecciones aprendidas de éxitos y
fracasos en la lucha contra la corrupción y en el
fortalecimiento de la transparencia.
Es necesario ahondar en el concepto de corrupción
de nuestros países, siendo útil, aunque algo
restringido, su asociación a las distintas maneras de
producir "enriquecimiento ilícito" en la definición
oficial de Transparencia Internacional: "Corrupción se
refiere a comportamientos por parte de funcionarios del sector
público, ya sean políticos o servidores
públicos, que los enriquece – a ellos mismos o a sus
allegados – inapropiada o ilegalmente, mediante el mal uso
del poder que se les ha encomendado". Esta acepción se
puede complementar con una mirada más amplia que
proponemos; corrupción pública es la viciada
relación de las instituciones, sus funcionarios y
políticos, entre ellos y con la sociedad (sector privado y
organizaciones sociales), cuando no se produce una
práctica de transparencia, de eficacia, de
priorización social y de mejoramiento de las condiciones
de vida, ya que las motivaciones son el enriquecimiento, el poder
formal y el favoritismo de los grupos de apoyo
particulares. Esto ocurre tanto por interés corrupto,
ignorancia y malos equipos, formalismo, cuestiones que facilitan
las omisiones lesivas. Esta es la mirada más amplia que
sugerimos.
Para hacer programas de transparencia, petición
de cuentas y eficacia, se requiere tener en mente los distintos
niveles a atacar y en cuales construir redes virtuosas. Un
reciente artículo del Pdte. de Transparencia
Internacional, Peter Eigen, y la directora para América de
la misma, Silke Pfeiffer , reconocen los pocos avances y la
necesidad de hacer buenos diagnósticos para crear un
Sistema Nacional de Integridad, que incluya voluntad
política, la autonomía del poder judicial,
medios de
comunicación independientes, activistas y
organizaciones relevantes de la sociedad civil controlando. Lo
llamamos "pacto social", ya que la mera denuncia y
suscripción de tratados
internacionales anticorrupción no han dado resultados.
Es más, en su visión de la corrupción muy
reducida a las "comisiones ilegales de políticos",
reconocen pocos avances, salvo el que veinte grupos
económicos internacionales se comprometan a no sobornar,
aunque adviertan que están en un callejón: si no
pagan coimas pierden competitividad en las licitaciones y si las
pagan, están cerca de la quiebra porque
llegan a un "30% del costo total".
Además, están alarmados por la corrosión de la legitimidad de la
democracia en el Continente, de lo cual se desprende un enfoque
más integral que supere políticas "ingenuas" que, a
nuestro juicio, se han concentrado en: informes-denuncias-leyes formales-oficina
anticorrupción…y los índices no mejoran. Los
ejemplos son múltiples; países como Panamá que
tienen leyes ideales de transparencia, pero decretos
presidenciales borran con el codo lo que dice la ley; Argentina
tiene una avanzada ley de financiamiento de la política,
pero se calcula que sólo el 20% de los aportes son
declarados; Chile gozaba de prestigio en su carrera funcionaria y
austeridad, pero el descubrimiento de sobresueldos triangulados a
los altos directivos del Estado obligó a sincerar un mayor
salario y crear
un servicio
público de Alta Dirección con participación de la
Oposición.
Facilitar un "Sistema Nacionalidad
de Integridad" implica trabajar en cuatro dimensiones que generen
una nuevo "juego o relación entre los actores" de tipo
virtuoso, a saber:
i) La priorización de un "Pacto Social anti
corrupción" que supone un buen diagnóstico,
una gran pragmática para no quedarse en las soluciones
formalistas latinoamericanas (leyes que después no se
cumplen), involucrar a redes ciudadanas, Iglesias, Medios de
Comunicación y ONGs. Los directivos de
Transparencia Internacional usan el concepto "voluntad
política" como precondición para que este pacto
nacional por la probidad sea real y no convenciones formales.
"voluntad política" es extensiva a todos los actores que
se interesan por las "cosas públicas", lo que es de
todos, incluyendo a los actores no estatales.
ii)Las transformaciones políticas
estructurales que promuevan un juego de mayor control,
rendición de cuentas y responsabilidad, lo que
implica ajustes a la descentralización,
profundizándola y no volviendo atrás. Es lo que
se desprende cuando se analiza específicamente el
funcionamiento de los entes subnacionales (municipios,
provincias, departamentos y regiones): la necesidad de
Contralorías independientes del poder
político que hagan cumplir y sancionar las faltas y
negligencias, incluyendo la no entrega de cuentas
públicas como la ley lo determine. La
Modernización del Estado que implique plazos
obligatorios para trámites (leyes de silencio
administrativo), incentivos por
cumplimiento de metas objetivas y auditables, apuntan en esta
dirección.
iii) Flexibilizar la descentralización para
entregar competencias a quienes pueden con mayor eficacia y
generar mayor negociación y pactos entre los niveles
locales, intermedios y el Central. La mala
"descentralización de las competencias" genera contexto
para lo que acá llamamos malas prácticas de
integridad u omisiones lesivas que degradan la credibilidad de
las instituciones. La municipalización homogénea
ha generado dificultades, agravas por un celo "autonomista" que
confunde lo local con el poder alcaldicio y no como un poder de
los habitantes del territorio que pueden esperar que el
Municipio se asocie con otros para ciertos servicios o que
determinadas competencias estén en un nivel intermedio
superior porque es más eficaz. Latinoamérica presenta un gran retraso
institucional en éste ámbito, en que se produce
tanto la duplicación de tareas y sobre todo la entrega
formal de competencias sin recursos o la mera
desconcentración sin poder territorial real. Los
colombianos han comenzado estos debates tanto para pensar en
regiones fuertes como para introducir el concepto de condado o
asociación de municipios para gestionar mejor, por la
vía de introducir cuestionamientos a las funciones en
salud, educación, seguridad
ciudadana. Lo dice lapidariamente Thorsten Sagawe: "La
autonomía local no es propiedad de
las alcaldías, sino de la sociedad en su
jurisdicción". En Chile se avecina un arduo debate en el
tema de educación, ya que la calidad no mejora
sustancialmente en un modelo
atrapado entre un Ministerio central que controla y los
municipios que administran sólo el funcionamiento, sin
que exista una estructura
"intermedia" (provincial o asociada a las ciudades) que
concentre buenos equipos de gestión, diseño
curricular y supervisión.
iv)Lograr que los ciudadanos paguen impuestos
locales lo que genera una cultura y una disposición de
todos los actores de exigir resultados y aborrecer la
corrupción, por esta es "robo" del propio esfuerzo
individual y colectivo. Un buen ejemplo de gobierno macro
territorial en la última década, es el caso de la
recuperación en diversos ámbitos de
Bogotá, lo que comenzó precisamente con una
simplificación, buena focalización y alta
recaudación del impuesto
catastral que generó "ciudadanía activa". En
Chile, los ciudadanos asocian el pago de las patentes de
vehículos a que los municipios les mantengan las calles
y el tránsito en niveles adecuados. No obstante, el
nivel regional es pasivo fiscalmente y por tanto débil,
así como los municipios no se apropian del catastro que
es nacional y abundante en exenciones. La fortalece del
Municipio de Quito, y también la disposición
ciudadana a reclamar resultados, se funda en que la
mayoría paga el impuesto catastral a las viviendas,
aunque sea de barrios pobres, hace una pequeña
contribución que genera el estado de
ánimo de demandar y no sólo esperar
políticas sociales.
No basta la "voluntad política" de los actores ni
las "reformas hacia la auto- responsabilidad", sino se tensiona
el sistema y se traducen estas "renovadas voluntades" con
"más claras y eficaces reglas de juego", en esquemas
aplicables y operacionalizados de rendición de cuentas,
que acá profundizaremos.
Una vez entendidas y asumidas estas dimensiones que
ayudan a favorecer un juego de "eficiencia-probidad", es esencial trabajar en
torno a lo que llamaríamos " diagnóstico integral y
pragmático" para observar la corrupción y promover
pactos sociales y políticas de cambio. Decimos enfoque
"integral" de la corrupción por que es muy limitado
situarlo sólo en los más obvio y fragrante que son
las coimas o comisiones políticas de alto o mediano nivel.
La "captura del Estado" por grupos de interés, la
malversación de fondos, el despilfarro, la pereza fiscal, la
entrega de poderes formales sin financiamiento, el clientelismo y
la no focalización de los gobiernos territoriales en las
tareas sociales urgentes (saneamiento, infraestructura
mínima, vivienda, salud) y en la movilización del
capital social (educación, fomento productivo) , son las
caras de la corrupción en América
Latina.
Hay municipios "ordenados" en que no hay "coimas", pero
son un grupo de políticos y funcionarios satisfechos que
no emprenden nada y hacen unas pocas fiestas locales y algunas
inversiones ornamentales en el centro cívico de sus
pueblos o ciudades, mientras la pobreza crece en sus barrios o se
pierden empleo. Comprender que esto también "es
corrupción" es esencial; no se trata de pecar de "Todismo"
y coloquemos bajo los conceptos de transparencia y
petición de cuentas la totalidad de la vida
pública. Pero claramente el concepto de "petición
de cuentas" en su origen anglosajón y Europeo, dice
relación tanto a la probidad como a que la gestión
de Gobierno "con resultados". Esa lógica es la que hace
que una pequeña villa se asocie obligatoriamente al
Condado para administrar sus bomberos o policías, o que
sus escuelas estén administradas por el Distrito
Educacional de la ciudad vecina que opera bien, porque los
políticos y ciudadanos no toleran administrar con altos
costos y bajos resultados.
En América Latina se tiene a la
descentralización homogénea, sin medir resultados,
en que se busca replicar "pequeños países" a la
escala local, y no se pone por delante el cómo se hace
mejor para los ciudadanos. Así, es un tortuoso camino
lograr cooperación intermunicipal para rellenos
sanitarios, optimizar hospitales básicos o colaborarse en
hacer competitividad la educación de un territorio. Es el
costo de la "municipalización" como foco de la
descentralización para América Latina inspirada
desde los 80s por los organismos multinacionales, que no
distinguió como prioritario los roles de los gobiernos
intermedios. Así, cada Alcalde o Gobernador quiere tener
"sus" sistemas. Por tanto, hay que mirar la corrupción
como una cultura del "robo", pero también de la "desidia"
en el maltrato a los ciudadanos (la burocracia
excesiva desde las clásicas denuncias de De Soto sobre los
micro-empresarios informales sometidos a ochenta trámites
en Perú), el "gasto superfluo" y la no "rendición
de cuentas sobre los puntos esenciales del desarrollo territorial
y local".
Los países se resisten a estos enfoques. La GTZ
advirtió a sucesivos gobiernos de República
Dominicana que traspasar un porcentaje de la ya baja
recaudación fiscal nacional a los municipios, iba a
generar tanto déficits estructurales como absoluto
desinterés en la recaudación propia. Se
siguió ese camino y la dependencia es superior al 95%, con
niveles escandalosos de corrupción en todos los niveles;
comisiones, despilfarro, no focalización, clientelismo
superlativo como caja pagadora de favores a los militantes del
partido en el poder. Hay una fuerte resistencia en
todo el continente a recibir aportes asociados a eficiencia y
compromisos de gestión (Matching grants). Chile en esto
también tienen desafíos pendientes, ya que la ley
obliga a dar cuenta a la Contraloría y a entes nacionales
de planes y programas, pero todo se centra en la información administrativa y financiera,
como la Cuenta obligatoria que cada Alcalde debe dar al Concejo
Municipal antes de abril de cada año. La
Subsecretaría de Desarrollo Regional comenzó a
publicar rankings de municipios más allá de los
ingresos- colocando datos de pobreza, cobertura de servicios
básicos, niveles de inversión, calidad de la
educación-, lo que ha generado ásperas resistencias.
También se apela a la responsabilidad fiscal por la
vía de colocar los porcentajes de sus ingresos que
corresponden a "esfuerzos propios" y los gastos de
administración en el total.
En Colombia, el equipo GTZ también ha iniciado
estudios para evaluar la gestión municipal con la
aceptación de la Federación Colombia de Municipios,
y un indicador de integridad de la gestión de los
departamentos (regiones), que logró evaluar la capacidad
institucional, la seriedad en los servicios, el nivel de
educación, la administración de las loterías
y el estanco licorero, el espinudo tema del "gabinete
político del gobernador", para concluir en un ranking que
ha generado debate, lo que es bienvenido en nuestra cultura
política.
Este enfoque "integral" y no "formal-legalista" es lo
que ha comenzado a liderar el análisis de Transparencia por Colombia. El
"Índice de Integridad de Instituciones Públicas
para medir los riesgos de corrupción", divide los
indicadores en tres grupos: "Transparencia" (información,
oficina de denuncia, evaluación, autonomía), pero
agregan "Control y Castigo" (investigaciones
abiertas, sanciones establecidas) y el concepto de "Eficiencia e
Institucionalidad" (evaluación interna, incentivos del
personal). Aunque este último punto tenga un sesgo muy
organizacional y auto-referido, es un avance en los enfoques. A
ello se puede sumar el de "resultados a la comunidad", ya que
ello es medible como lo demuestran múltiples experiencias
comparadas e investigaciones de buenas
prácticas.
Al enfoque "integral" hay que sumar una "mirada
pragmática" que permita develar los nudos críticos
que facilitan estas malas prácticas, así como ver
"los actores relevantes afectados" para generar alianzas con la
sociedad civil para generar aquello que Transparencia
Internacional preconiza como "sistema nacional de
integridad".
Así podemos distinguir para un adecuado trabajo y
diagnósticos tres niveles: corrupción dura, malas
prácticas y omisiones lesivas.
Un esquema básico de Rendición de
Cuentas
Específicamente hay que profundizar el concepto
de rendición de cuentas que "tensione" al sistema de
relaciones, obligue a prácticas virtuosas, genere cultura
de la crítica
y la eficacia, por la vía de transparentar todos los
procedimientos. Un esquema básico a cumplir
es el siguiente:
1) Impuestos e ingresos con transparencia y sin
privilegios
– Conocer las reglas por la vía de
publicación de tasas, ordenanzas y universo de
contribuyentes (evitar la desconfianza de que la ley no sea
pareja)
– Simplificarlo y hacerlo eficiente:
concentración en tributos que
rinden y capacidad de acercarse al potencial de cobro.
– Información trimestral del curso de los
ingresos con publicidad
2) Trámites eficientes:
– Información por web y murales de
los requisitos, instructivos y formularios.
– Clara orientación al usuario por la vía
de ventanillas de información concentradas, números
de llegada, sillones de espera
– Metas de tiempo para cada área de la
administración en su orientación al "cliente
ciudadano"
– Oficina de reclamos en caso de intento de coimas o
negligencias
– Publicación explicativa de los planes
reguladores abierta a la comunidad
3) La transparencia en el gasto:
– Licitaciones publicadas
– Tres cotizaciones en lo menor
– Licitaciones grandes: presupuesto
oficial, evaluación de postulantes, apertura de ofertas
económicas como mandante
– Uso de red y comparación macro-territorial de
precios y
costos
4) Cuentas Públicas con
comparación:
– Itemizar en áreas clásicas relevantes en
forma comparativa, cuestión irrefutable para que no sea
una colección de datos descontextualizados. Esto implica
que éste serializado (tendencias en años previos) y
comparado con los promedios según la categoría del
Municipio o departamento (con el promedio de los municipios
similares, con el nacional o con otros similares):
– Servicios a la comunidad
– Costos de administración
– Subvenciones directas a organizaciones
– Subvenciones sociales
– Inversión física
5) Focalización contra la pobreza y pro
Capital Social y Económico
Una cosa es la rendición de cuentas "del gasto
del ente subnacional" y otra cosa es lo que dicho Gobierno
articula para que ocurra en su territorio, consiguiendo fondos
del gobierno central, ONGs, Iglesias, corporaciones privadas,
así como la capacidad de sacar de la queja o la
desesperanza aprendida a los grupos
sociales, y volcarlos a cofinanciar soluciones a los
problemas más agudos. Esto permite una gestión
"focalizada en la lucha contra la pobreza dura" y en los buenos
indicadores que permitan que su territorio despegue activando su
Capital Social. Es ridículo un sistema de petición
de cuentas que no mira los aspectos esenciales, como los
siguientes:
– Avances en cobertura de infraestructura social
básica: agua potable,
vivienda, electrificación, caminos, saneamiento,
postas.
– Coberturas de servicios sociales básicos: salud
(tipo de especialidades cubiertas), educación (cobertura y
calidad a través de algún sistema de
autoevaluación independiente y supervisado), basura
(recolección y tratamiento), bibliotecas,
recreación, etc.
– Empleo, actividad económica y nivel salarial:
es esencial tener estos datos, mirar la actividad de la
construcción, niveles de inversión, promedio de
sueldos (ver instituciones donde se cotiza de previsión).
Si estos datos no se entregan, hay que ser pragmáticos que
preguntarse por al menos tres indicadores que permitan testear el
estado económico.
– Seguridad ciudadana; siendo básico para el
desarrollo social y la inversión, se requiere poder
discernirlos con datos duros, más allá de los
episodios de guerra o terrorismo, las cuestiones de seguridad
cotidiana.
- Evaluación, Profesionalismo y
Control
- La existencia de carrera funcionaria, porcentaje de
personas con títulos, nivel de especialización,
gasto en capacitación. - En el caso de gobiernos departamentales y Municipios
medianos-grandes, la existencia de una unidad o un encargado de
"Control de
Gestión" que mire críticamente, así
como una política de colocarse indicadores en cada
área de gestión (unidades de negocios)
para poder rediseñar en caso de no efectividad. Esto no
sólo para infraestructura y servicios comunitarios (lo
obvio), también para medir los programas sociales, el
gasto educacional y el impacto de los planes de fomento
productivo. - La operatividad de la Contraloría y otros
organismos fiscalizadores sobre la gestión; ayuda a
corregir, advierte, propone rediseños
institucionales. - Los incentivos para la gestión por metas de
áreas.
7) Evaluación Sustantiva y control
ciudadano
- La capacidad de informar periódicamente a la
ciudadanía (programas, boletines, información
abierta, WEB, Blogs de los
políticos, etc) - Los sistemas para hacer participación
relevante en el presupuesto: desde las consultas por servicios
(buzones de baches, luminarias, semáforos a arreglar),
al presupuesto de inversión, a consejos plurales para el
gasto en deporte y
cultura, hasta la consolidación de directorios
ciudadanos en hospitales y educación. - Nivel de transparencia en los debates de las
modificaciones urbanas. - Nivel de consulta para el diseño de las obras;
edificios, parques, complejos deportivos. - Existencia de mecanismos para iniciativas ciudadanas
de ley, ordenanzas o revocatorias.
IV PARTE
El
Buen Gobierno Regional en América Latina
Ni el mercado ni los saberes tecnocráticos pueden
exterminar la política ni los políticos. El mercado
y la tecnología requieren de un ambiente
jurídico seguro y de una
clara definición de los nortes a seguir. La
política es un elemento imperdible para el desarrollo
latinoamericano y la consolidación de las democracias
legítimas.
Y cuando decimos Democracia, queremos decir en su
sentido más puro y original del término,
‘gobierno del pueblo’. Así es, más
allá de tener procesos eleccionarios con votos populares,
hablamos de garantías y de derechos plenos. Hablamos de
gobiernos plenamente democráticos donde las decisiones que
nos afecten a todos sean tomadas por todos. En el modo más
amplio y pleno de la comprensión de participación
ciudadana.
Puede uno pecar de evidente al insistir majaderamente en
las definiciones originales de los conceptos escritos miles de
veces como son Democracia y Política, pero en los casos
latinoamericanos cabe ese pecado, no vaya a ser que algunos sigan
creyendo que la política es lo que hacen o lo que algunos
dicen que hacen ‘los políticos’ y no lo que
hacen las ciudadanas y ciudadanos y sus organizaciones cuando se
ocupan de la cosa pública.
A pesar de que la mayor parte de nuestro continente
posee un idioma común, lo cierto es que nuestros lenguajes
tienen muchos matices entre las diferentes naciones y
subnaciones, a veces, demasiadas. Del mismo hacemos una varianza
en las prácticas de gobierno, unas más honrosas que
otras. Donde el ingrediente participación es excepcional y
la corrupción casi infaltable.
Entenderemos por corrupción, en su más
amplio sentido, como las transgresiones que ocurren en las
relaciones de una sociedad realizadas por quienes actúan
en representación de otros o al servicio de la sociedad,
haciendo mal uso de sus facultades, con el fin de obtener
beneficios ilegítimos para sí mismos o grupos de
poder.
Analizar las prácticas de corrupción es
oportuno para la identificación y tipificación de
la falta, al tiempo que ayuda a encontrar medidas y acciones
concretas que pueden adoptarse para la resolución de
estos.
Para poder hacer un diagnóstico "integral y
pragmático" de los distintos niveles de la
corrupción, hay que mirar los programas que transformen
dicha realidad y generen por tanto indicadores del buen gobierno
territorial respondiendo a los tres niveles del problema:
transparencia (ante la corrupción dura), eficacia (ante
las malas prácticas) y rendición de cuentas (ante
las omisiones lesivas porque obligan a ser preactivos ante los
problemas reales). Con esto se pueden asociar en un esquema sobre
el cual generar acciones:
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